Cuentos de hadas para despertar
Es hora de contarnos cuentos de hadas.
No para dormir. No para soñar.
Sino para abrir los ojos.
Despertar del mundo de fantasía al mundo real.
Donde los amores no son hechizos, son responsabilidades.
Donde los sueños no se conceden, se construyen.
Donde los sentimientos no se cantan en un musical, sino que tienes que
desenredar la garganta y enfrentarte a lo que eres.
Porque el espejo no te dice que eres el más lindo del reino.
Te muestra lo crudo, lo que cuesta, lo que duele.
Pero también —y esto es importante— te muestra lo real.
Y ahí está lo bonito:
La realidad es finita. Y lo escaso es más valioso.
Los fracasos, aunque duelen, nos revelan quiénes somos en verdad y nos
transforman.
Y las pasiones, cuando se cultivan, valen más que cualquier amor a primera
vista.
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